miércoles, 21 de septiembre de 2011

La manzana


La manzana pende de un hilo, depende de una rama para seguir viviendo… sabe que necesita de su vida.
Si se convenciera que es la culpable de que expulsaran a Eva y a su marido del Jardín, sería odiada por todas las generaciones.
Felizmente no es así. Sabe que las hojas le dan la savia que necesita, la que le permite querer gustar el día a día que le dan.
Piensa, analiza y mira a su alrededor… le pregunta a su corazón sobre el discurrir de la vida, de la ilusión, del amor.
Espera en silencio, anhela volverse totalmente granate o roja como la sangre, el nuevo fluido para su existir.
Y sigue pendiendo de aquel débil hilo, con la esperanza de que, algún día, la recojan con sus manos.