martes, 4 de octubre de 2011

Y miro...




Y miro por la ventana de tus ojos,
intensos como un sol al atardecer;
me entremezclo con esos gemelos perlados
y anhelo quedarme a descansar en ellos.

Y juego con tus cabellos, inmensos como el mar,
que me abrasan en lo profundo del alma;
me dejo llevar por ese dócil huracán
y permito que se entretenga entre mis dedos.

Y observo el puñito de tu corazón,
dulce como una manzana con roja miel;
ausculto sus movimientos, y me estremezco
pensando en timonear tu ardiente velero.

Y me prendo de tus manos acaneladas,
llenas de brillantes puntos multicolores;
que destilan aceites para este amor
en tanto que andamos por tus suaves orillas.

miércoles, 21 de septiembre de 2011

La manzana


La manzana pende de un hilo, depende de una rama para seguir viviendo… sabe que necesita de su vida.
Si se convenciera que es la culpable de que expulsaran a Eva y a su marido del Jardín, sería odiada por todas las generaciones.
Felizmente no es así. Sabe que las hojas le dan la savia que necesita, la que le permite querer gustar el día a día que le dan.
Piensa, analiza y mira a su alrededor… le pregunta a su corazón sobre el discurrir de la vida, de la ilusión, del amor.
Espera en silencio, anhela volverse totalmente granate o roja como la sangre, el nuevo fluido para su existir.
Y sigue pendiendo de aquel débil hilo, con la esperanza de que, algún día, la recojan con sus manos.